Esas palabras tuvieron un impacto profundo en mí. Desde entonces he terminado mi TH.M, estoy ordenado en la Iglesia Presbiteriana (USA), estoy pastoreando en Florida, y descubrí los libros de Jürgen Moltmann. Volví a centrar mis ojos en Jesús, el autor y consumador de nuestra fe, y el gran consuelo que se encuentra en las buenas nuevas del evangelio del Reino de Dios. Esas pocas palabras cambiaron mi pensamiento y la dirección de mi ministerio. Desde entonces, continúo mi ministerio, en la esperanza y en la alegría. Estoy profundamente agradecido por su amor, amabilidad y generosidad.
Cristiano, hoy, si estás desesperado, recuerda la esperanza de la resurrección. En Jesucristo, Dios no nos abandonó o nos dejó a la muerte, pero trabajó poderosamente en nuestro favor. Por el poder del Espíritu Santo, somos guardados en las manos de Dios, el Dios que nos dice: ten ánimo, yo he vencido al mundo.